miércoles, 1 de octubre de 2014

Marcas


La historia real del virtuoso del violín que hace unos años se puso a tocar en el metro y sacó cuatro chavos es una metáfora de nuestros días. Sin envoltorio, sin marca, la cosa se complica sobremanera, porque consumimos con los ojos, como los críos, en la búsqueda consciente o inconsciente no ya de un producto, sino también de una identidad como comprador.

La imagen, de Wikimedia